El argumento se define como una especie de razonamiento que tiene como finalidad demostrar o probar que lo que se dice o afirma es verídico, lo que conlleva a probar o refutar una hipótesis o intentar persuadir a la otra persona sobre la veracidad de lo que se dice. Esto hace que sea obligatorio que el argumento que uno expone sea coherente y sin contradicción alguna para que no perjudique a la credibilidad, que en este caso es de especial relevancia.
Por todo esto se dice que “el argumento debe estar blindado“, es decir, el razonamiento que uno expone sobre una cuestión no puede tener ningún punto débil y tiene que ser capaz de enfrentar a alguna réplica o refutación.
¿Quieres conocer los tipos de argumentos más frecuentes? ¡Sigue leyendo!
Argumento inductivo
El argumento inductivo es el que sirve para llegar a una conclusión mediante el análisis y la observación de algunos patrones que se repiten. Es cierto que, en este caso, no garantiza su certeza, lo que conlleva a que se considere un argumento no concluyente. Esto nos lleva a que se pueda sacar una conclusión probable pero no tiene la certeza de que se vaya a cumplir en todos y cada uno de los casos.
Argumento deductivo
El argumento deductivo consigue alcanzar la conclusión final mediante la premisa, teniendo para ello que seguir un conjunto de pasos coherentes. Este sí que se considera un argumento concluyente que tiene como objetivo principal encontrar la veracidad en la totalidad de los casos.
Argumento de ejemplificación
El argumento de ejemplificación hace referencia a la demostración del razonamiento personal mediante ejemplos y así el receptor lo comprende mucho mejor. Lo idóneo es hablar de algo cercano o que él sí lo entienda porque lo ha vivido o lo conoce al menos.
Argumento de autoridad
El argumento de autoridad, también conocido como argumento ad verecundiam, hace referencia al razonamiento que defiende una persona que es especialista en la materia, ya sea un filósofo, un escritor o un científico, por ejemplo.
Argumento causa-efecto
“Si no estudias, no vas a aprobar”, “Si desconectas de las tecnologías y las pantallas antes de acostarte vas a dormir mejor”. Estos 2 ejemplos nos llevan a que el efecto, es decir, la segunda parte de la oración, haga que la primera parte sea considerada o aceptada como argumento válido.
Argumento de cantidad
El argumento de cantidad hace que se valore una cosa o idea demostrando que lo que se argumenta es apoyado por muchas personas, por lo que se tiene el mismo punto de vista.
El argumento de cantidad es muy fácil de demostrar, sobre todo en el mundo tecnológico de hoy en día.
Argumento de calidad
El argumento de calidad se basa en la exposición de las cualidades positivas del asunto en cuestión, por lo que se tiene en cuenta su excelencia y no lo abundante, como ocurre en el caso anterior. Por lo tanto, si es excelente, tiene algo de exclusivo, de singular.